AMABILIDAD... PROMESAS
IMPORTANTES MOTIVOS DE CARA A LA SALUD: HUMOR, CUSTODIA, INTER-PENDENCIA, CONDESCENDENCIA, AMABILIDAD... PROMESAS.
Señor
Asesor: Si recuerdan el programa anterior tuvo un impacto, que me
consta, que hay personas que hasta se acuerdan de ello. Hay personas que
se acuerdan sobre todo de la segunda palabra.
Recuerdan
que venía muy búdico el señor Sir Julian, venía muy colocado con el
Buda. Pues de todo ello deducíamos dos cosas: la primera que era el
deseo, que la causa de todo sufrimiento era el deseo. Y nosotros
decíamos que con todo el respeto a nuestro Buda, que el deseo, en la
medida que nos damos en lo que somos, des-eos, pues nos damos, pues no
nos tiene por qué hacer sufrir. Y el amor, que en la medida que no es
una posesión sino que es a través de ese deseo una entrega incondicional
realmente nos libera y nos hace estar fuera del alcance del dolor y del
sufrimiento como trama inevitable del vivir.
Pues
bien, hablando de todo esto, resulta que queríamos incidir un poco más
en todo ello porque creemos que es algo que ha despertado una especial
incidencia, y podríamos colaborar en el programa de hoy simultáneamente,
porque no podemos estar así.
Resulta
que un servidor lleva diez horas de adelanto sobre el servidor
simultáneo que es Sir Julian, yo sé que esto es un poco lío, pero a
través de las explicaciones que dé posteriormente Sir Julian con diez
horas de retraso sobre las que yo acabo de dar todo esto se aclarará.
Pero el caso es que tenemos dos motivos importantísimos de cara a la salud.
Porque como saben ustedes el humor,
esto es un programa de humor, de amor, sin terror, sin tumor, sin
ninguna condescendencia al dolor sino con ternura, con permanente
renovación. Y en esa renovación queremos incluir ese deseo y ese amor
que lo dejamos el otro día ahí como un mensaje búdico bajo otras
perspectivas.
Creemos
que en la medida que nosotros nos damos, en ese darse en lo que somos y
nos amamos en ese mismo sentido, sin poseer, sino custodiando, y es la tercera palabra que queríamos introducir, y una cuarta, estando permanentemente inter-pendientes los unos de los otros.
Si
estamos en esa dimensión probablemente todavía el sufrimiento, el dolor,
y lo que llamamos enfermedad, que preferimos llamarle estado adaptativo
de salud se verá mucho más reconfortado y probablemente poco a poco
también colaboraremos a que se disuelva y no sea una realidad inevitable
como nos la plantean, no sea una realidad justamente obligado para el
paso del vivir.
En
este aspecto, en consecuencia, continuando con el programa anterior
tenemos que desarrollar fuertemente estas dos disposiciones nuevas que
hemos introducido y que a buen seguro Sir Julian las va a amplificar, a
ritmo de diez horas menos para que las tengan ustedes más a tiro.
Pero yo quisiera añadir una tercera, que es la condescendencia. La condescendencia, lo que hace, muy importante, condescender, descender con el otro a su situación.
Cada
uno asciende y desciende, es como si estuviéramos en una montaña rusa,
es como la curva de Gaus que tipifica todos los procesos vitales, sube y
baja, sube y baja. Si condescendemos, si ayudamos a descender a la
posición del otro y el otro nos ayuda a ascender, ascender y descender,
sin que una cosa sea mejor ni que otra cosa sea peor, estaremos en
condiciones obviamente de poder entablar una sintonía de comunicaciones,
una sintonía de equilibrios. En cambio, si no somos condescendientes
entraremos siempre en una importancia personal. ¡Ay!, la importancia
personal que puede ser tan fuerte, tan dramáticamente potente y poderosa
que nos puede hacer perder una sintonía y una amabilidad que nos parece
absolutamente imprescindible.
Sí, porque precisamente, la amabilidad
que es otro factor que queremos añadir, y como ven somos incansables en
añadir factores pero es que de todos los factores en algunos será
posible conseguir algo. Y en la medida en que consigamos algo en algún
factor pues empezaremos a despejar un cierto humor. ¡No somos lo
suficientemente amables! Porque si fuéramos lo suficientemente amables
estaríamos lo suficientemente atentos y dispuestos para, como se suele
decir, echar una mano, y quien dice echar una mano dice echar un beso o
echar una cobija o ponerse a la disposición de... ¡Sé amable, por
favor!, ¡sé amable, por favor! Porque el que es amable, ama con dulzura,
ama con bable. El bable es un idioma de los asturianos, que la gente no
lo conoce. Conoce más otros idiomas. Pero el bable, con una sidra buena
asturiana y unas fabes con almejas, ¡cómo sabe!!! ¡Cómo sabe el
bable!!! Sea amable, por favor.
Cuando
se vayan a retirar esta tarde, esta noche, cuando se aproximen unos con
otros, cuando tengan que convivir unos con otros, cuando tengan que
halar, sean amables, por favor, no se compliquen la vida diciendo:
“¡Ay!, no sé qué hacer, no sé qué hacer!” Cuando en realidad sí saben lo
que tienen que hacer y saben lo que les gustaría que les hiciera. Sean
amables. Que cuesta el mismo esfuerzo o menos, creo que cuesta menos
esfuerzo ser amable que ser irascible, raro, distante, desagradable,
incómodo.
.../..
inShare